El Ritmo

lunes, 28 de mayo de 2007

 

Existe un ritmo que nos conduce a todos por el sendero de la vida. Si la consonancia es una expresión que motiva al corazón y trata de mitigar la condena, esa comparsa no se detendrá y absorberá, sin parangón, todo lo que liquida el desarrollo de una nación en su conjunto total.

Ello lo podemos observar en el ritmo carioca de la Samba y su última expresión, la cual es observada por el mundo entero y reconocida como una de las manifestaciones más multitudinarias en el mundo: El carnaval de Río de Janiero.

Cabe entonces señalar que las sociedades y sus formas de expresión tienen completa concordancia con su evolución en el territorio que les tocó habitar. Sus desarrollos se ven favorecidos por expresiones que se originan en la base de las sociedades y de ellas se obtienen abundantes e infinitas variantes que nutren y cautivan los emprendimientos científicos. Tal es el caso del surgimiento del fonógrafo y la Samba en Brasil.

Uno podría hacer conexiones por todas partes y relacionarlo todo –muy válido por cierto-; no obstante, es un muy portentoso esfuerzo en tan pocas líneas, pero de todos modos se hace el intento, sin desviarnos del tema rítmico que alienta este escrito. Serio es entonces poder decir que las formas expresivas, no violentas, emanadas desde actividades culturales ancestrales; cultivadas por sus originarios y potenciadas por un mercado preparado para observar y capturar el fenómeno, generan el expansionismo de una cultura determinada.

En sus albores, la Samba constituyó la aproximación física de una sociedad, con pocos atributos expresivos; no así contundentes lazos raciales y sociales. Al parecer, la condición esclavizante entregó a éste ritmo una capacidad de aglutinamiento y resistencia a la agresividad, con la que se contenía y mantenía en la pobreza y el trunco desarrollo a la casta más inferior del Brasil.

Las capacidades del ritmo de la Samba lograron aglutinar a los nuevos ocupantes de las tierras del Brasil, recién en formación. Desde todas las latitudes se logro, al parecer, mantener un hilo conductor que tenía su epicentro en Río de Janeiro.

Siguiendo con las congruencias que se manifestaron mientras la Samba se mantenía e inundaba Bahía, la explosión demográfica y la llegada de inmigrantes, en esos tiempos (1890 -1917), potenció el culto al ritmo y a las letras que las canciones contenían. Se observó una seguidilla de intérpretes y mientras Brasil se modificaba y se constituía en Río de Janeiro, quienes estaban desarrollando sus vidas sobre la plataforma de un compás y las letras que lo acompañaban, potenciaron un mercado insospechado.

Sinho, Heitor dos Prazeres, Joao da Bahiaza, Orlando silva, etc. se convirtieron en la expresión de la Samba para el nuevo siglo. Letras y variantes del ritmo se abalanzaron hacia todos los rincones y sus intérpretes llegaban a todo lugar del Brasil, ayudados por la emisión radial que aplacó la producción discográfica –rudimentaria hasta ese entonces-.

“Nosotros somos los cantantes de la radio, pasamos la vida cantando de noche arrullamos tu sueño por la mañana vamos a despertarte. Nosotros somos los cantantes de la radio. Nuestras canciones cruzando el espacio azul van uniendo en un gran abrazo corazones de norte a sur”

Fue tal el movimiento que se originó en Brasil, encajado en el ritmo arrollador de la Samba que la dictadura populista de Getulio Vargas no tuvo reparos en adoptar y hacerse de un Medio de Comunicación Masivo (Radio Nacional), para difundir el elemento de unidad nacional, plasmado a través de la música y, en este caso, la proliferación de ritmos e intérpretes originarios de la Samba.

Al difundirse y compenetrarse la idiosincrasia de Brasil con la Samba, éste ritmo contribuyó a que muchos cultores de escasos recurso y con gran talento pudieran escalar socialmente. Tal fue el surgimiento de intérpretes virtuosos que la historia consigna a Vicente Celestino, el Velho Trovador, como un artista capaz de igualar a Giacomo Puccini; destacándose que Celestino tenía recursos vocales de impresionante nivel.

Con el advenimiento de un nuevo Medio de Comunicación Masivo (MCM) la Samba contribuyó a catapultar a la exitosa Carmen Miranda. Aunque su fuerte fue el tango, muy de moda en esos tiempos, ella llegó hasta la mismísima Casa Blanca para realizar su show al presidente Roosevelt. La Brazilian Bomshell, logró exportar los atuendos bahianos y la figura del esplendoroso Brasil al mundo entero.

La Samba es, sin lugar a dudas, el ritmo arrollador del Brasil y más aún la sinfonía que emanó desde la provincia de Bahia. Siendo Ary Barroso, originario de Minas Gerais, su eximio compositor. Barroso conoció a Walt Disney y confluyeron en la creación de Ze Carioca, el mítico malandrín riojano, transformado en un papagayo el cual fue protagonista en la película animada Los Tres Caballeros. Consolidándose de ésta forma la exportación sin límites de los acordes cariocas al resto del planeta.

Tanto la opinión vertida y los antecedentes entregados para configurar éste ensayo, sentencian que: Hoy reconocemos a Brasil como un país vasto, rico en materias primas, multiplicidad de razas y generador de un ritmo el cual cohesiona todo para formar una sociedad, ampliamente, examinada por el mundo. Además, la Samba es portadora de la historia y, sin abundar en elogios, mantendrá a la idiosincrasia de ese país en un muy buen estado de conservación; potenciando sus desarrollos y cautivando a los que se identifican, gozan y descubren éste ritmo arrollador.

Un paradigma a copiar, traducir e interpretar.



César Antonio Esquivel Carvajal

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